lunes, 12 de mayo de 2008

Cazalleros en el 101 de Ronda

Nos debatíamos entre el final de 2007 y las puertas de 2008, entre la cena de nochevieja y las campanadas de fin de año cuando, en la mayoría de las cabezas de los seres humanos cobra importancia el análisis de lo que dio el año que abandonamos y nos planteamos deseos para el que disponemos a comenzar.
Yo este año no quería plantearme ningún deseo, preferí que en vez de éstos, fueran objetivos, para así luchar por conseguirlos y, lo que es más importante, disfrutar en ese camino para alcanzarlos.
Con esas, te planteas objetivos muy variopintos, relacionados con la familia, los amigos, la salud… y cuando por fin empezaron a dar las campanadas me planteé mi objetivo o reto deportivo de este año: “Conseguir los dos puntos que me dieran acceso para correr el Ultra Trail del Mont Blanc en 2009”, así que cuando pasaron las fiestas, y el mismo día que abrieron las inscripciones, ya estaba inscrito en los 101 kms de Ronda, para luchar así por mi primer punto.
… El día 10 de mayo (es decir, ayer) a las 11 de la mañana sonó el chupinazo de salida de lo que sería una prueba para mí sin precedentes. Desde el principio comencé corriendo e intentando desgastarme lo mínimo posible, pero en el kilómetro 25, y como diría Sabina “…el dios de las tormentas quiso abrir la caja de los truenos y tronó, porque quiso el cielo acariciar el suelo con su gota a gota…” y nos cayó el primero de los chaparrones, mucho agua junto con viento y frío, desgraciadamente esto sería la tónica general del día.
Afortunadamente no iba solo, me acompañaban mis amigos Miguel y Felipe, y desde fuera tres personas para ponerles un monumento: Moi, Rocío y María (MIL MILLONES DE GRACIAS A LOS CINCO)… así que con el apoyo de todos y con mucha paciencia seguí corriendo hasta el kilómetro 53, allí teníamos un punto grande de comida, comimos sin pararnos demasiado y pa´lante.
Con las piernas bastante agarrotadas y alternando andar y correr llegamos hasta el cuartel de la Legión en el km 77 donde nos comimos un caldito calentito que sentó de maravilla, cuando terminamos de comer vimos que de nuevo estaba lloviendo, era bastante de noche y hacía muchísimo frío, fue el primer momento en que mi cabeza me jugó una mala pasada, así que pensé que lo mejor sería mantener la mente en blanco y seguir avanzando.
Bajamos un poco y para nuestra sorpresa, llegamos a la famosa cuesta de la ermita, con el agua que había caído estaba todo embarrado, era una cuesta que tiene un 13% de desnivel y cuando dabas un paso, te resbalabas y retrocedías medio, ese fue el siguiente momento crítico, como era de noche no se veía el final, el agua ya calaba y el frío era cada vez mayor. Pero si dura fue la subida, peor fue la bajada, los cuádriceps no respondían y un resbalón traía consigo los consiguientes calambres de adductores, isquiotibiales, cuádriceps, gemelos, y en fin, todos los grupos musculares que hay de cintura para abajo.
Recuperamos un poco por la carretera y llegamos hasta la estación de Benaoján, a partir de ahí un sendero más resbaladizo aún que el anterior y lleno de maleza hizo que ese momento se convirtiera en un infierno, con el barro por los tobillos, los pies mojados y sin piernas que respondieran las órdenes que enviaba el sistema nervioso salimos de allí como pudimos.
Seguimos avanzando y volvió a venir otro momento crítico, serían las 2:30 o las 3 de la madrugada, íbamos en fila y me encontraba detrás de Felipe, su chubasquero reflectaba la luz de mi frontal y en un tramo de carretera en la que se iba “cómodo”, las líneas del chubasquero se me unían y los ojos se me cerraban, nunca había tenido una sensación así, pero me estaba quedando dormido en una carrera en la que yo era participante…
Por suerte, en el avituallamiento del kilómetro 96 pudimos tomar café calentito, sin duda lo que necesitaba para seguir avanzando. Poco después empezamos a divisar Ronda, pasamos por debajo del Tajo y sólo una cuestecita, sí, la famosa cuesta del “cachondeo”, que por qué su nombre?, pues es una cuesta de 1,5 kms y nos la encontramos cuando ya llevamos 99 kms de carrera…
Terminada la cuesta y entrada triunfal en Ronda, pasamos por encima del Tajo que tan alto se veía minutos antes, la Alameda y… LA META… allí estaban Moi y Rocío para inmortalizar ese momento en su cámara, Felipe, Miguel y yo nos fundimos en un abrazo… lo habíamos conseguido!!! hicimos los 101 kms empleando para ello 17 horas y 00 minutos.
Sí, conseguimos terminar una infernal carrera de 101 kms por el campo, con lluvia, viento y frío, pero estoy totalmente seguro que yo solo no lo habría conseguido, así que aunque el diploma tenga mi nombre, yo sólo puse una parte, el resto, Miguel, Felipe, Moi, Rocío y María, habéis estado ahí cuando mi mente dejaba de funcionar para inyectarme un chute de energía y seguir avanzando.
Por supuesto que también he recibido vuestros sms y llamadas de aliento, todos los leí cuando iba corriendo y creedme, ayudan muchísimo a tirar hacia delante… Gracias por vuestro apoyo!
El primer objetivo ya está cumplido, tengo un punto, el siguiente lo lucharé este verano… ahora hay que recuperarse bien de esta odisea, de momento me cuesta mucho trabajo mover cada una de las articulaciones de mi cuerpo, ya me he curado las ampollas que minaban las plantas de mis pies, pero estoy seguro de que en unos días ya estaré planificando la siguiente carrera.
Antonio Fernando García

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