El pescado constituye
uno de
los pilares
de nuestra
dieta mediterránea
y es
muy importante
que se
promueva su
consumo a
través de
la difusión
de sus
propiedades, no
sólo nutricionales,
sino también
gastronómicas. Este
conocimiento debe
ser especialmente
reforzado entre
los pequeños,
en las
edades tempranas
de la
vida, en
las que
se instauran
los gustos
y hábitos
alimentarios más
sólidos.
Los
padres y
madres pueden
contribuir a
esta labor
presentando a
los niños
los platos
de pescado
de forma
atractiva y
sabrosa, al
menos cuatro
veces a
la semana.
Aquí aportamos
algunas recetas
originales y
deliciosas. Lo
único que
hace falta
son unos
minutos.
Los pescados
permiten infinidad de posibilidades en la cocina, desde las recetas
más elaboradas hasta las más rápidas y sorprendentes. Sin embargo,
hay un primer paso que resulta esencial: saber elegirlos.
No todos los
pescados son iguales. En la pescadería se pueden encontrar dos
grupos principales:
Los pescados
magros o blancos. Son ligeros y digestivos, tienen muchas
proteínas y minerales,
y pocas
calorías. Ejemplos: la acedía, el bacalao, el besugo, el gallo, el
lenguado, la dorada, la lubina, el pez espada, el salmonete o la
merluza.
Los pescados
grasos o azules. Muy ricos en ácidos grasos poliinsaturados
omega-3, que protegen contra el colesterol malo, las enfermedades del
corazón, la obesidad o la diabetes. Ejemplos: el atún rojo, el
bonito, el boquerón, la caballa, el jurel o la sardina.
No faltarán
otras especies, como los crustáceos (gamba, langostino, buey
de mar) y los moluscos(almeja,
mejillón, coquina, calamar, sepia, cañaílla).